Los rayos de energía sobre la puerta se solidificaron, separando a Moto de su laboratorio de una vez por todas. Allí estaba, bajo la lluvia, en las calles de Rata Sum. El contenedor con sus escasas pertenencias se combó por el chaparrón. Todo lo que le quedaba tras dos años de colaboración estaba reducido a su caja de posesiones. Sintió cómo se encogía y desvanecía en la lluvia, como si fuera a deslizarse por una alcantarilla y desaparecer para siempre.
Una patrulla de gólems pacificadores lo sacó de su estado. “ESTÁ PROHIBIDO VAGABUNDEAR EN ESTA ZONA. CIRCULE”.
Los hombros de Moto se desplomaron. “No tengo adonde ir”. Vagó por Rata Sum, que estaba tan dormida como un cristal de energía muerto por la noche. Sus únicos compañeros eran los pensamientos de que no tenía laboratorio, ni dinero, ni inventos. Todo lo que tenía eran sus pertenencias y el sueño de inventar algo grande y heroico, llamativo y mágico.
Era una visión que su sociedad nunca había sido capaz de compartir con él.
La desesperación se apoderó de él, intensificada por su estómago vacío. Encontró el puesto de pescado de Ekko junto a la residencia del Instituto de Dinámica. El tanque de cristal mostraba el distintivo de Ekko: pescado luminiscente gracias al agente fosforescente con el que los alimentaba. Moto pidió un pincho de pescado, pero se dio cuenta de que no tenía suficiente cobre para permitírselo.
Moto suspiró y se quitó una pulsera de oro que ella, ahora excolega de sociedad, le había regalado por su cumpleaños. Se la entregó a Ekko, quien la recogió, la tiró a la basura y le dio a Moto un pincho vacío usado.
Moto se marchó, intentando no oír la risa de Ekko.
Moto golpeó la puerta mientras mantenía el dedo en el timbre.
Una voz, tan amable como un puñetazo, sonó a través del altavoz.
—¿Qué?
—Lortt, soy Moto. Charlamos el mes pasado en la fiesta “Brandy y benefactores” del Consejo Arcano. Financiaste nuestro prototipo de dispositivo de entretenimiento educativo, la Adventure Box.
—También financié un sistema de seguridad vanguardista que estoy a punto de activar. Enviará un rayo de plasma a través de tu cráneo.
—Necesito financiación.
—Te complaceré —dijo suspirando—. ¿Cuál es tu proyecto?
—Eh… —Moto titubeó. Estaba acostumbrado a abordar a los inversores en lugares cómodos donde no llovía y en los que fluía el alcohol.
—Lo capto. No quieres hablar para que no te oigan. Iré a tu laboratorio, ¿vale?
—Es que… en este momento estoy cambiando de laboratorio.
—Así que no tienes ni prototipo ni laboratorio, ¿y aun así vienes a pedirme que te financie?
—Sí.
—Como vuelvas a interrumpir mi sueño, te presentaré a mi gran draco hambriento.
El altavoz se apagó.
Semanas más tarde, Moto se refugió en el laboratorio improvisado que había construido en las duchas de la residencia de Dinámica. La residencia las había clausurado cuando los estudiantes descubrieron que les brillaba la piel después de ducharse. Los técnicos de Dinámica quedaron estupefactos… hasta que una denuncia anónima delató al puesto de pescado de Ekko. Mientras los pacificadores se llevaban a Ekko, este afirmaba que alguien le había robado sus agentes fosforescentes.
Qué mala suerte, pensó Moto mientras tomaba otro tónico energético. Pasaron horas y Moto sentía que el tiempo se le escapaba de las manos. Había prometido a Lortt que tendría un prototipo operativo en un mes, lo cual le había parecido un hito lejano en aquel momento, pero desde hacía poco le acechaba como un depredador.
Las bebidas energéticas ya no lo mantenían despierto, así que Moto canalizó emociones primitivas para seguir trabajando. El miedo montó la carcasa. El orgullo enlazó los cristales de poder mediante la arquitectura. Se imaginó a su antigua sociedad y cómo, después de hacerse famoso, llorarían a su sombra por haberlo expulsado. Esa rabia permitió a Moto terminar de programar los personajes.
Antes de darse cuenta, el prototipo se convirtió en un todo perfectamente integrado. Moto contempló su creación y sonrió, pero el agotamiento se apoderó de aquel momento. Solo una siesta, se dijo a sí mismo. Luego lo pruebo.
Unos gritos despertaron a Moto.
—¡Moto! No me digas que me estás haciendo esperar en mi propia cita.
—Oh, cáspita. ¡Lortt! —Moto se puso en pie de un salto. Lo único que se le vino a la mente fue: no he probado el prototipo. Lortt vería el prototipo de Moto chisporrotear y fallar, saldría por la puerta y se llevaría su oro con él.
Pero no podía hacer esperar a Lortt. Resignado, Moto abrió la puerta.
Lortt parecía una fruta arrugada envuelta en una túnica y sujetaba una correa atada a un enorme draco rojo.
—Esta es Margarita. —Lortt entró en el laboratorio-ducha—. Tienes una oportunidad. Impresióname. Y bien, ¿es eso?
Lortt estudió el cubo sobre una mesa.
—¿Qué es lo que hace? —Lortt activó el cristal de poder del cubo mientras Moto preparaba una disculpa.
—Bueno, yo… —Moto comenzó, pero sus palabras fueron interrumpidas.
La sala, de teja y metal, se transformó en todas las direcciones. Del suelo brotó una hierba verde estilizada, mientras que el techo se pintó de un azul intenso salpicado de nubes blancas sonrientes. Por el suelo, flores salpicaban la hierba y filas de árboles emergían en un silencioso esplendor.
Era perfecto. Los gráficos eran refinados y atractivos, los peculiares sonidos sonaban en el volumen y el momento adecuados y las criaturas deambulaban por las praderas simuladas en sus patrones adecuados.
A lo lejos, apareció una hermosa chica rubia. Saludó a Moto enérgicamente. Creía que no había pulido los personajes, pero el modelo de la princesa estaba listo y, además, a Moto le recordaba a ella.
—Es completamente envolvente —dijo Lortt, tratando de digerirlo todo—. ¿Cómo lo has…?
A Moto se le agolpaban las palabras en la boca.
—Unas pocas matemáticas de seis dimensiones, un poco de magiscopia avanzada.
—Tienes mi atención —susurró Lortt—. ¿Qué más?
Moto miró a la princesa.
—Viajas por tierras lejanas, luchas contra monstruos y rescatas a la princesa del malvado señor.
—¿Conque vendiendo cuentos de hadas humanos a los bookah? Muy astuto. ¿Y los norn y los charr?
—Solo diré que es demasiado complicado para ellos. Lo verán como un insulto, y luego, por supuesto, querrán jugar.
A Lortt se le escapó una carcajada estridente.
—¿Cómo vas a llamar a esta máquina de hacer dinero, mi joven genio?
Moto se encogió de hombros.
—Super Adventure Box.
La princesa sonrió y saludó a Moto.
Moto levantó la mano para devolverle el saludo, pero se quedó paralizado cuando vio una sombra siniestra con su propia forma detrás de ella. Moto parpadeó, y la sombra desapareció.